1. Los meses

La lingüista dijo:

Los meses se escriben con inicial minúscula (a menos que inicien una oración o sean parte de un nombre propio):

- Mi mes favorito es julio.

- Siempre dicen: “Febrero loco y marzo otro poco”.

- Viajaré en agosto y septiembre.

- Cerraron el 16 de Septiembre.*

Pero se le olvidó indicar que los meses llevan mayúscula, a veces al inicio, a veces al final, porque nos recuerda que el paso del tiempo se ha llevado un trozo de los recuerdos, de todo eso que juramos nunca olvidar mientras nos estaba ocurriendo, porque ya queríamos que eso se convirtiera en la nostalgia del futuro. O que si un día al despertar descubrimos que 30 días se nos fueron entre los dedos en absoluto silencio, a pesar de que la garganta se nos hinchaba más de seis veces al día mientras leíamos las noticias o una foto antigua aparecía en la pantalla.

Debería ser Octubre, con mayúscula inicial, cada vez que la vieja herida en el hueso ya soldado como que late, quizá por la humedad de una semana lluviosa considerada atípica, quizá porque al darle vuelta al calendario recordamos que el corazón se rompe aunque siempre termina sanando. ¿Y no es eso una tragedia? ¿Que juramos morir de tristeza o enojo, de antojo, de risa porque nos costaba tomar aire, y sin embargo seguimos aquí, bien vivos para pagar la tarjeta, los impuestos, la anualidad del servicio de agua y las croquetas de un gato callejero que resultó más caro que el gato barato de las caricaturas?

Para mí cada mes es una sorpresa. Oh, me llegó el periodo —no había por qué dudarlo, todo está en orden, a menos que el destino me tenga una sorpresa—. Oh, debo enviar mi declaración mensual otra vez. Oh, la muerte de mi madre está tan lejos de haber ocurrido ya, que podría morirse otra vez. Oh, ¿y la mía, se acerca mucho o camina un poco más hacia el borde?

Una llega a la edad en que los meses se escriben con mayúsculas, minúsculas, versalitas, negritas, con sombra y borde. Y por supuesto que con signos de admiración. Sobre todo si pasamos el primer mes y medio del año en un grito ahogado que no sabemos si alguien más iba a poder escucharlo.

Hola, FebrRERo! de 2024. Nadie te estaba esperando.

*La cita es de la periodista, asesora lingüista y podcastera de fútbol femenil Paulina Chavira