3. Boletín de último minuto: fumar (y vivir) mata
David Lynch nos dijo que tiene enfisema después de años de una vida dedicada a la creación, el cine, el arte y, claro, el cigarro. Lo primero que se le ocurre a la gente es mover su dedito índice, recordándonos que fumar es malo porque es veneno para los pulmones, y que el tuit que Lynch subió para confirmar su estado de salud debería estar en las etiquetas de advertencia en las cajetillas. Ugh, así se leen:
Lynch, que ha tenido entre sus manos el humo de la nicotina y el arsénico al mismo tiempo que el de nuestras pesadillas más retorcidas, no quiere que dejemos de fumar. Ni tampoco que hoy mismo compremos una cajetilla para unirnos al club de los pulmones resecos. Si acaso, desea que nos enteremos que aunque quizá no lo veremos tanto en un estudio o en locación, podemos estar seguros de que está en su casa, conectado a un tanque de oxígeno como Frank Boothe en Blue velvet, contando historias a la distancia.
¿Qué no ven que su tuit y lo que dijo en la entrevista es también una carta de amor al cigarro? Sí, yo también me subí al caballo de la moral cuando dejé de fumar y vi a los demás con un poco de desdén por no ser capaces de arrojar el cigarro a lo más profundo del infierno. La verdad es que les tenía, desde ya, envidia. Todos sabemos que fumar es malo para la salud. También lo es el alcohol, los postres, el agua en exceso y enamorarse. Hay gente que se priva de todo eso, se dedica a hacer ejercicio y termina muerta porque se resbaló en el baño. Mientras tanto, se privó de algo que podría disfrutar o ser parte de un ritual personal, hecho especialmente para continuar otro día.
Lynch no abrió la ventana a su intimidad para decirnos que evitemos el cigarro o terminaremos como él. Para terminar como él tenemos que ser capaces de contar una historia tétrica como Lost Highway para que a los 18 te conviertas en el cinéfilo más mamador, y luego una entrañable como The straight story para que de una vez entiendas que ser disruptor no quiere decir que Disney no te producirá una película. Y tendríamos que dejarnos amar por el vicio que nos han dicho que evitemos para una vida larga.
¿Cuál vida larga, por cierto? Es larga cuando no podemos vivirla y el resto del mundo sigue girando. Si tenemos posibilidad de realmente experimentarla, se nos va bien rápido, tanto que la medimos con los conciertos a los que fuimos, los lugares a los que viajamos o, los que no tenemos tanto capital, los cigarros que fumamos. La vida dura poquísimo aunque te mueras a los 100 años.
Hace poco, un divulgador de la ciencia, llamado Hank Green, que sobrevivió al linfoma de Hodgkin (un tipo de cáncer), respondió una duda sobre qué tan probable es que una persona sufra de cáncer a lo largo de su vida. ¿Su respuesta? Que, estadísticamente, todas las personas tenemos un 40 % de probabilidad de tener un diagnóstico de cualquiera de sus tipos, y mientras más años vivamos, más aumenta ese número.
Así que, ajá, vivir mata. Sorpresa, sorpresa.
Todos hablan ahora de Lynch como si ya estuviera muerto. No dijo eso, pero sí que
Debo decir que disfruté mucho haber fumado y que amo al tabaco —su aroma, encender cigarrillos en el fuego, fumarlos— pero hay un precio que se paga por este disfrute, y el precio para mí es enfisema. (el tuit original aquí)
y que va a seguir creando, tanque de oxígeno conectado a su nariz o no.
De eso es lo que deberíamos estar hablando, no de lo obvio.
Nota: Para mis camaradas que siguen fumando (yo lo hago a veces, esporádicamente, porque soy cobarde, la verdad) o que saben lo que es extrañar el cigarro, les dejo un PDF con el texto “Sólo para fumadores”, de Julio Ramón Ribeyro. No apto para los moralinos contra el fumar.